para os curiosos leitores deste blog, aqui estão as passagens sobre o frio de que falava ontem:
en el principio fue el frío. el que ha tenido frío de pequeño, tendrá frío el resto de su vida, porque el frío de la infancia no se va nunca. si acaso, se enquista en los penetrales del cuerpo, desde donde se expande por todo el organismo cuando le son favorables las condiciones exteriores. calculo que debe de ser durísimo proceder de un embrión congelado.
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recuerdo sobre todo que el frío no venia de ningún lugar, por lo que tampoco había forma de deternelo. formaba parte de la atmósfera, de la vida, porque la condición de la existencia era la frialdad como la de la noche es la oscuridad.
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colocábamos en el alféizar de la ventana, antes de acostarnos, un vaso de agua que al día siguiente amanecía helada, lo que nos parecía un milagro. tocábamos el hielo con la punta de los dedos para ver si comprendíamos con ellos, con los dedos, lo que non comprendíamos con la cabeza. pero tampoco los dedos entendían aquel fenómeno explicable en términos científicos, no emocionales. mas complicado fue entender que el frío quemaba, pero lo cierto es que un día me abrasé los labios al llevarme a la boca un pedazo de cobre que encontré en el jardín, a primera hora de la mañana. me gustava el sabor del cobre; todavía, al pronunciar la palavra cobre, siento un cosquilleo eléctrico en la punta de la lengua. el cobre sabe a electricidad.
[juan josé millás / el mundo]
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